Bueno, ahí está. Pasó. No hubo sorpresas. El ambiente no era exactamente el de una final de Wimbledon – más café pasado que champán, más camisas polo que chaquetas de tweed – pero había algo. Algo que vale la pena mencionar.

Hoy, con la sala llena – presencia absoluta, suena a récord de asistencia, ¿no? – y sin una sola mano en contra, el informe general de la ATJ quedó aceptado. Aprobado. Firmado. Sellado. Un “sí” unánime que, miren, en el mundo de los comités y las federaciones deportivas, tiene casi el peso emocional de un passing shot ganador en la línea.

Una vez más, demostramos que esto no es una colección de clubes compitiendo por la sombra más fresca. Es un frente unido. El enemigo no está al otro lado de la red, en el club vecino. El enemigo es la distracción infinita, la pantalla que atrapa a los chavos, el sofá que reclama a los adultos. Nuestro trabajo es simple y monumental: poner raquetas en manos, pies en la cancha, corazón en el juego. Punto.

Y sí, los números cantan victorias: más afiliados, más torneos, más etapas, más ITFs, más campeones enviados a Mérida con todo pagado. Pero como bien sabe cualquiera que haya jugado un quinto set, con cada victoria se abre una grieta nueva, un desafío distinto. Crecemos, y los desafíos crecen con nosotros. Es la ley del deporte. Es la ley de la vida, vaya.

¿Estamos listos para el 2026? La pregunta no es esa. La pregunta es: ¿quién podría pararnos ahora? Con Norberto Maniñan al frente – un tipo que tiene más tablas que la pista central de la Bolera – y con este batallón de sedes afiliadas, de ustedes, que son la asamblea que realmente mueve la pala… lo que viene no es solo más.

Lo que viene es calidad. Menos “cumplir” y más “brillar”. Menos torneos por llenar calendario y más torneos que un chaval de 14 años recuerde a los 40. Ese es el objetivo. Imprimirle calidad a cada bola, a cada sorteo, a cada cancha que preparamos.

Y el otro gran golpe, la otra gran volea que queremos rematar: formar jugadores de alto nivel. No solo buenos jugadores de Jalisco. Jugadores que den la talla en cualquier parte del mapa. Ese es el sueño. Y los sueños, cuando los compartes en una asamblea unánime, dejan de ser sueños. Se convierten en el plan para el próximo año.

Así que, agarren la raqueta. Ajusten la cinta del grip. El 2026 ya sacó, y la pelota viene a nuestro lado de la pista.

Nos vemos en la cancha.

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